Un libro contenedor de un periodismo diferente






“Estamos en sintonía o te parezco un boludo atómico”, responde el periodista Emilio Fernández Cicco cuando se le pregunta sobre qué cree él que piensan los lectores de su trabajo. Su libro del 2006, Yo fui un porno star y otras crónicas de lujuria y demencia, es una invitación a un periodismo distinto -denominado Border-, que encierra un resumen de su particular forma de concebir la tarea, a partir de la selección de 35 crónicas de la sección Oficios Malditos que Cicco escribía en la revista Noticias. Como sutil introducción, en una de las primeras páginas del libro aparece una carta que le envió Bernardo Neustadt, luego de que se publicara la entrevista que Cicco le hizo, donde lo llama estafador.
El Periodismo Border es un Frankenstein del oficio, una invención que puede producir espanto o admiración por su creador en igual proporción. Básicamente, consiste en experimentar las noticias para construir desde adentro el relato, mirar con ojos alienados -“extraterrestres”, según Cicco- todo lo que se presente en la producción de una nota, incluyendo lo que le pasa a uno mismo; y asesinar narrativamente a toda celebridad: “Yo -explica el autor- fusilo a la figura pública para descubrir a la otra persona que está detrás”. En el epílogo del libro hay un apartado que explica, en siete pasos establecidos por el autor, qué es el periodismo Border.
Cicco lo dice claro: “Vivirlo, para poder contarlo”. Y esa premisa lo llevó desde un papel en una película pornográfica hasta enterrar cadáveres en el cementerio de la Chacarita; desde desnudarse en Buenos Aires porque la entrevistada -que era nudista- se lo sugirió, hasta la casa de la familia Süller, cuando los hermanos Süller eran tapa de revista. Todo contenido en un libro que, si se quiere apreciar una manera de ejercer el periodismo más parecida a la de Hunter Thompson que a la de Clarín, vale la pena leer.



Cicco durante la producción de su libro

Fotografías: Julián Bongiovanni






Matías Noli


0 comentarios: