Postales de la zafra y el abandono






Por Ezequiel Alvarez

En un pequeño pueblo salteño llamado Iruya, el colonialismo y la opresión se hacen carne y barro en la sus habitantes y las laderas de sus montañas. Los vestigios latentes de la explotación azucarera que han condenado a una región.

El tren se abre paso. Desde la terminal de Retiro hasta Iruya, Salta, con escala obligada en Tucumán para luego seguir como se pueda. Es un viaje de ida, de polvo y adobe hacia del norte argentino. Un norte que no olvida y sangra las heridas del pasado. De piel trigueña, de cerros y montañas cortadas a cuchillo. De colonialismo disfrazado en el siglo XX y XXI. Es un viaje río arriba.


El documental Río Arriba, de Ulises de la Orden nos sumerge en ese mundo, donde el hombre blanco llegó con su ambición para destruir una cultura Kolla-Aymara, una forma de vida y una economía regional en pos del beneficio económico. Las historias se mezclan. La inmigración, la explotación azucarera en la zona de Salta, Jujuy y Tucumán y los relatos familiares del joven director se unen en su bisuabuelo, un español que a fuerza de trabajo esclavo con mano de obra indígena logró escalar económicamente y ser arrendatario de un ingenio de la zona de Salta, e Iruya solamente fue un reservorio de fuerza de trabajo barata. Pero es solo un pequeño ejemplo en comparación con la historia de Patrón Costas del ingenio San Martín de Tabacal, Salta, y la familia Arrieta en Ledesma, Jujuy. “La zafra azucarera básicamente es un sistema que produjo riqueza y progreso para una minoría y devastación, abandono y miseria para la gran mayoría del pueblo argentino”, destacó De la Orden.


Los colores del paisaje y la tranquilidad, acompañadas magistralmente en cada escena con una banda sonora a cargo del fallecido Ricardo Vilca, contrastan con el dolor y el sufrimiento que se expresa en los numerosos testimonios de ex zafreros y habitantes de Iruya. Las viejas terrazas de cultivo ya se encuentran derruidas por la falta de mantenimiento que ocasionaba la constante demanda de mano de obra zafrera. Se estima que por cosecha era necesario más de 1 millón de trabajadores, y una economía de autoabastecimiento ha sido remplazada por el olvido y el abandono es su máxima expresión.


El film, estrenado en el 2004 y exhibido tanto en la Villa 31 como en Barcelona cosechando excelentes críticas, es una denuncia a la negligencia y a la avaricie del hombre, que impone su cultura y pisotean el credo de los pueblos originarios, en este caso Aymara y Kolla, sometiéndolos a un modo de vida que va en contra de su cosmovisión.


En Iruya, cuando las lluvias se vuelven torrenciales, y gracias al desgaste de las terrazas de cultivo, el agua arrastra toneladas de barro y roca rio abajo, rumbo a la ciudad. Ese alud arcilloso que desciende raudamente por la montaña es la expresión de un pasado que embiste la vida de todo un pueblo sin recibir ninguna contención de los gobiernos y políticos del presente.



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